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martes, 13 de marzo de 2012

Capítulo 3.

 Allí no había nadie, la calle estaba desierta. Pero esos ojos negros habían venido de repente a mi cabeza. Era el día más raro de mi vida. Voces extrañas, ojos inquietantes, palabras sin sentido... acabaría loca con todo eso. Respiré hondo, tratando de relajarme.

 Tenía que seguir siendo dura y aguantando los golpes de la cabeza, debía mantener el control, así que me puse firme y la música con los cascos a todo volumen. 

 En diez minutos llegue al instituto, estaba sola en la puerta, que seguía cerrada, y así seguiría durante veinte minutos. 

 Pasó un lento cuarto de hora y todo seguía en silencio salvo mis oídos entre música y susurros. Entonces se repitió el grito de alarma: ``Cuidado, Ailhad´´. Un chico se acercó caminando desde la parada del autobús. ``Cuidado´´ ¿Por qué ahora me decía aquello? Me fijé en el chico, no estaba mal... Cabello castaño-dorado, labios carnosos, una chaqueta de cuero que tapaba lo que podría ser un cuerpo de anuncio. No me dí cuenta hasta que él me miró a mí, y yo no pude apartar la mirada, de sus ojos. Sus ojos oscuros, negros, atractivos. Venenosos. De una mirada mortal. Una parte de mí me decía que debía salir corriendo de allí. Pero la otra estaba completamente hipnotizaba. Cada vez estaba más cerca. Y cuanto más se acercaba, más me dolía la cabeza, más chillaban esas voces, tanto que la música paso a ser música de fondo.

 Movió los labios. ¿Me hablaba a mí? Me quité los cascos.

 -¿Eres Ailhad? - me preguntó con su profunda voz. ¿Ailhad? ¿Cómo podía saber él lo de mi sueño y las voces? - ¿O quizá eres Acinom?

 -No, pero.... nada. - dije en tono algo idiota.

 - ¿Aseret? - preguntó.

 -Lo siento - negué con la cabeza.

 -Perdona mi estupidez, no me conoces de nada y yo vengo preguntándote cosas raras - dijo sonriendo, me gustó. Enseguida voz volvió a chillar en mi cabeza.

 -¿Y tú? ¿Eres famoso o algo? Me suenas - pregunté sin mencionar que había soñado con él sin ni siquiera conocerle.

 -No -rió - bueno... ¿Y qué hace una chica como tú a estas horas en el instituto? No pareces muy buena chica que digamos...

 -Nadie dijo que fuese una buena chica. Me he caído de la cama . comenté, tratando de ser sarcástica, cosa que no funcionó. - Además tú tampoco lo pareces...

 -Nadie dijo que lo fuese.

 Nos quedamos así, mirándonos mutuamente. Él absorbiendo mi alma y yo dejándome absorber, si no hubiese sido por Xulia que apareció corriendo como una loca por la calle y chillando mi nombre, quizá me hubiese absorbido del todo.

 -¡Dahlia! - chilló como si le fuese la vida en ello y llegó a mi lado. - ¿Qué tal? ¿Estás bien?

 -Sí, estoy bien. ¿Por qué vienes corriendo? Aún es pronto.

 -Tenía ganas de hablar contigo - empezó a parlotear como una loca - bonito pelo, ¿te has hecho algo nuevo?

 -No...

 -Estás muy guapa, me gusta tu camiseta.. - ¿Qué leches le pasaba a ésta? 

 -Con que Dahlia, ¿eh? - interrumpió el chico del que cuál aún no sabía su nombre

 No sabía por qué, pero Xulia lo miraba con mala cara, era como si se odiasen profundamente. Por fin el chico rompió el frío silencio.

 -Hola Ail... Xulia - murmuró.

 -Hola Nahuel.

 Silencio escalofriante, ninguno de los tres dijo nada más.

jueves, 8 de marzo de 2012

Capítulo 2.

 Hacía frío como de invierno y el cielo estaba totalmente encapotado de nubes negras. No recuerdo el lugar en el que estaba, parecían las ruinas de un templo antiguo. No sabía por qué estaba allí, pero estaba segura de que desempeñaba alguna función en ese juego

 -¡Corre! - chilló Xulia con todas sus fuerzas. No hizo falta más para que saliese disparada en cualquier dirección, lo más rápido que mis torpes pies me permitían. -¡Te va a alcanzar!

 Entonces unos profundos ojos negros y un golpe de aquel misterioso chico del que huía, me despertaron.

 Miré el reloj despertador de mi mesilla. Las 6:00. Me dirigí al cuarto de baño sudorosa, con la intención de despejarme. Me lavé la cara, pensativa. Hacía días que ese sueño, por no decir pesadilla, me atormentaba, ¿Qué significaba? ¿Estaba tan loca que tenía un trastorno obsesivo-compulsivo? Simplemente, mi sueño y lo que pasaba en él, me ponían los pelos de punta, y no sabía lo que era, ni lo que conllevaba.

 Decidí que había perdido el sueño definitivamente, que ya no podría volver a dormirme. Además no quedaba demasiado para que sonase el despertador. Así que, tranquilamente salí del baño y me conecté a tuenti. Como me esperaba, no había nadie conectado, y no me extrañaba nada, a esas horas...

 Cerré la sesión y me cambié la ropa, sustituyendo mi pijama gris y desgastado por unos pitillos negros y una camiseta de manga corta, gracias a que a pesar de que estábamos en Abril, hacía tiempo de verano. No entendía por qué en mi sueño podía hacer tanto frío si en la vida real estábamos a 27 ºC, también negra en la que decía un letrero: ``Keep calm and kill this bitch´´. Adoraba esa camiseta.

 Ese día tenía exámen, de matemáticas, y quizá una chica buena y responsable estuviese estudiando todo lo que pudiese antes de irse. Bien, pues yo no. ¿Algún problema?

 Noté una punzada intensa de dolor en la sien derecha, no le dí importancia. Después vino otra, y luego, dos más. Y empecé a preocuparme. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué me dolía tanto la cabeza. Era como si el chico de ojos negros de mi sueño me golpease una y otra vez. Cada vez más fuerte. El dolor se volvió insoportable.

 -Ailhad... - la voz de alguien que me resultaba vagamente familiar susurraba en mi cabeza- Ailhad...

 Tropecé y caí al suelo, apretándome fuerte la cabeza, tirándome de los pelos, sollozando, suplicando para que se fuera, y que nunca más volviera.

 Los susurros cesaron un instante, y justo cuando pensé que habían acabado, volvieron. Con menos fuerza, eso sí, pero los oía claramente, diciendo siempre lo mismo: ``Ailhad´´

 Temiendo que las voces volviesen a atacarme, me levanté del suelo con cuidado, me cepillé el pelo. Sonó el despertado, dándome el susto de mi vida. Lo apagué y salí de casa, llegaría y el instituto aún estaría cerrado, y yo sería la idiota que llegase una hora antes.

 Pero no podría seguir soportando la idea de estar dentro de casa, con las voces como compañía. ``Ailux´´ susurraban ahora.

 De repente, unos ojos negros se cruzaron el mi camino y pude entender lo que las voces decían: ``Cuidado, Ailhad´´

domingo, 4 de marzo de 2012

Capítulo 1.

 En esos momentos la rabia recorría mi cuerpo ansiosamente, y mi puño, cerrado con fuerza, pedía a gritos que la partiese la boca, que la reventase la mandíbula a la imbécil que sonreía con descaro frente a mí. Algo me removía por dentro su cara de suficiencia.

 La gente empezó a rodearnos con gritos anunciando que había pelea, pero no vi a nadie que quisiese pararla. Entonces cogí aire y pensé profundamente en mi situación.

 Hay veces en las que llegas a un punto en el que es imposible controlarse, a un punto en el que es demasiado tarde para dar marcha atrás, está era una de esas veces; sin poder evitarlo, sin tiempo para pensar en mis acciones, sin arrepentirme, me concentré en la fuerza de mi puño y se lo estampé en la cara a Sheila, borrando con ello la sonrisa que me ponía de los nervios.

 No fui consciente de nada hasta que enseguida llegó el director y Sheila seguía tirada en el suelo, ahora sería yo la mala de la película ¿verdad? Pues genial...

 -¿Qué ha pasado aquí, Dahlia? - me preguntó con severidad.

 Me limité a cerrar el pico. Me negaba a contestar a llevarme yo toda la culpa. Él me hizo una seña para que lo siguiera, y después ayudó a Sheila para que se levantase y también le acompañase. Nos fuimos los tres mientras la gente me abucheaba por haber pegado a su diosa. Las peleas en el instituto molan, siempre y cuando gane la que la provoca. Todos ellos, sus gritos y sus carcajadas llenas de burla, me ponen enferma.

 Llegamos al despacho del director y nos ordenó sentarnos inmediatamente. Estaba muy cabreado, seguramente expulsarnos no es lo peor que podría pasarme... Esta pelea podría costarme muy cara. A Sheila le daba igual, puesto que había tenido muchas peleas y había salido indemne de todas ellas.

 -Tu versión - dijo señalándome con un largo dedo índice.

 Respiré hondo, las palabras no se me daban nada bien.

 -Me dirigía hacia el gimnasio -cosa que era cierta, aunque que no me diese la gana llevar ropa deportiva, no jugaba mucho a mi favor- y entonces me encontré con ella y sus amigos. Entonces oí que se burlaban, cotilleaban y se reían de mí. -hice una pausa- ``¡Dally! ¿qué se siente al estar sola´´ es lo que dijo, y me enfadé, así que le contesté - y no me arrepentía de haberlo echo- ``¿ Qué se siente al ser de plástico´´ - fue un comentario profundo, pues precisamente lo dije porque Sheila es la típica Barbie pija y mimada- me miró de mala manera y se acercó a mí. Me dio una bofetada y la gente empezó a rodearnos. Intenté controlarme, de verdad que lo intenté, pero entonces me sonrió y no lo pude aguantar más. La tumbé de un puñetazo. Después llegaste tú -dije mirándole.

 -Usted - me corrigió.

 -Usted -repetí.

 -Sheila, ¿es eso verdad? -preguntó dirigiéndose entonces hacia ella.

 -¡¡No del todo!! -chilló haciéndose la inocente- yo solo la pregunté que por qué estaba sola, me preocupé mucho por ella, es que me daba pena la pobre chica- la destrocé con la mirada y me miró ella a mí - ¿qué?

 -Mentirosa -gruñí.

 -¡Vale! - interrumpió el director. -Sheila, puesto que no es tu primera pelea, he de tomar medidas extremas en tu caso. No podemos permitir que vuelvas a hacerlo, que vuelvas a esfumarte como si nada, quedate aquí, llamaré a tus padres. Y Dahlia, vete a clase, a última hora pasate por aquí, por favor.

 Sheila empezó a protesta, pero salí de despachó del director, odiando profundamente a la barbie.

 Tenía clase de música, puesto que educación física ya habría terminado con toda la movida de la pelea y todo eso. Antes de eso pasé por el baño y me miré en el espejo. Mi pelo negro, tras la pelea, se me había rizado y no lo llevaba de mi forma habitual. La mejilla derecha poseía una pequeño, pero visible mancha rosada y enrojecida. Bebí un par de tragos de agua y me lavé la cara.

 No me había fijado en que, mientras me secaba, salió de una cabina una chica de mi clase, Xulia, me miró. Siempre que la gente me clavaba la mirada me sentía incómoda. Pero está vez no. No sabía por qué, pero Xulia tenía algo que me calmaba los nervios. Además, no era muy diferente a mí. Pues las dos, al contrario que las demás chicas de nuestra calase, no nos relacionabamos. Aunque fuese por casos distintos, ella, porque no encontraba la oportunidad de hacerlo, y yo, porque no quería.

 -¿Estás bien?- me preguntó con voz serena.

 -Eh, sí, gracias por preguntar. -dije a punto de irme, pero ella me detuvo con sus palabras.

 -He oído que te has peleado, con Sheila Martinez. Esa tía me pone enferma... - suspiró, y bebió agua.

 -La he tumbado, de un puñetazo, ha sido... bastante divertido. Creo que la barbie necesitará algo de bottox para recuperarse- nos reímos.

 -¿Tienes pareja, ya sabes, para el trabajo de historia? -preguntó esperanzada, buscando la oportunidad de relacionarse con alguien. Yo iba a empezar a retroceder, como siempre hacía cuando alguien quería juntarse conmigo, pero no lo hice... ¿Por qué tenía que complicar siempre las cosas? ¿No podía ser amiga de alguien y ya? ¿Por qué tenía que seguir con el rollo de la chica dura? Lo sabía perfectamente, porque no me quedaba otra con mi amada sociedad.

 -No, ¿quieres que nos pongamos juntas? - sentencié sin hacer caso a mi ego.

 -Claro.

 Y a pesar de mis negadas suplicas de mi yo malo y solitario, no le hice caso, me fui con Xulia a clase de música. Sabiendo que, aunque hubiese hablado con alguien humano, no significaba que ya no estuviese sola, porque seguiría estándolo, a mi manera.

sábado, 3 de marzo de 2012

Introducción.

 Mi nombre es Dahlia si tuviese amigos me llamarían Dally, aunque si me llamaran así, los mataría. Tengo 15 años y dos caras completamente distintas: La que todos ven, y la que realmente soy.

 Siempre que me ven aparecer les veo cuchichear sobre mí, pero les lanzo una severa mirada y la discusión se acaba. No recuerdo como llegué al punto de asustar a la gente, pero todos piensan que soy peligrosa, mala gente, alguien con quien no deberías meterte, ni tampoco juntarte. Seguramente, por eso estoy sola. Lo que nadie sabe -y mejor así- es que tengo sentimientos, sufro, mi vida tampoco es perfecta. Pero me da igual, absolutamente igual. Estoy sola y bien. No necesito a nadie. 

 O eso creo...